Amistad entre el varón y la mujer... o viceversa/erso (Parte I)


Preguntarse si existe la amistad entre el varón y la mujer es estéril… ya sabemos que existe. Existen pruebas empíricas -entre otras pruebas- que lo fundamentan. Muchos/as de nosotros -y de los/as lectores/as- pueden jurar y perjurar que tienen amigos y amigas. Sea eso verdad o no; quieran creer que tienen amigos/as o no.
Por lo tanto, reiterar la tan trillada pregunta “¿es posible la amistad entre el varón y la mujer?” es, directamente, una estupidez meridiana: sí, es recontra posible y está recontra verificado que es posible. ¿O acaso no leyeron el párrafo anterior? Yo, incluso yo, tengo amigas de todo tipo: de las buenas, las malas, de las que deseo sean amigas y de las otras también, resignada y lamentablemente debo confesarlo.
En conclusión, me parece que en vez de ir a por respuestas conocidas, deberíamos atrevernos a preguntar por las condiciones de posibilidad de la amistad entre el varón y la mujer; o viceversa/erso. ¿Es decir, ¿cuándo es posible que un nene y una nena entablen una linda amistad, un bello lazo amistoso?
Y de arranque nomás quiero desechar posibles respuestas líricas o poéticas; respuestas de una comedia shakesperiana, si les gusta más. Les pido encarecidamente, les ruego, les suplico a los románticos (yo soy uno de ellos, pero por unos renglones quiero olvidarme de mi condición) y metafísicos que se reserven de frases vacías de historia y humanidad tales como “Siempre es posible, porque el amor y la amistad trascienden géneros, edades, clases sociales, profesiones, etc, etc, y más platónicos y feuerbachianos etc…”. Si creen que existe lo absoluto y, sobre todo, que el ser humano es un ente absoluto, metafísico, déjenme avisarles que se han pasado por alto algo así como 200 años de historia de las ciencias, algunas corrientes del pensamiento que se llaman idealismo, existencialismo, fenomenología, antropología, estructuralismo y su segunda parte, el posestructuralismo; además de un montón de autores copados que han escrito cosas interesantes y que afirman lo que ya todos sospechábamos: el único ser absoluto es Dios y, como sabemos, no existe.
En definitiva, no siempre es posible este lazo amistoso y es eso, oh amigos/as, lo que intentaré aquí develar. ¿Acaso uds. afirmarían de manera temeraria que podrían ser amigos/as de cualquier individuo? Yo, honestamente, no (yo no podría ser amigo de un filonazi, ¿ustedes sí?)… y quizás por eso, también, cuento con pocos. Ahora, si insisten en su abstracto romanticismo, les recuerdo que el ser humano también es un animal -por mal que les pese a algunos- y, por ende, está constituido de instintos, además de ideas y sentimientos… y, creo, éstos son determinantes a la hora de entablar relaciones amistosas entre personas de diferentes sexos.
Para no postergar, pues, la tesis que amalgama con sentido estas inútiles letras, diré sin rodeos que la única posibilidad para la amistad entre belludos y depiladas (ustedes razonablemente identificarán el sexo con alguno de los anteriores calificativos) es la ausencia implacable de atracción sexual entre los implicados. Y aunque alguien reproche que eso es imposible… créanme, sobre todo los muchachos, que si bien difícil, jamás imposible.
(Continuará...)

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