Nietzsche se me acercaba detrás de su bigote. Me paré para frenarlo. No hizo falta, ya que a dos metros de distancia se detuvo y mirándome a los ojos comenzó un breve discurso casi inentendible.
- Ramiro, las cosas existen porque son efectos de las fuerzas que las atraviesan.
- ¿Qué fuerzas? -pregunté sin saber por qué.
- Las fuerzas activas y reactivas. La vida es estas fuerzas activas y siempre están en tensión con las fuerzas reactivas que llevan a la muerte, entendida como parálisis, inacción, captura inactiva. La idea de que todas las cosas están atravesadas por múltiples fuerzas implica la idea de multiplicidad, o sea, la imposibilidad de reducción a la unidad. Dotadas de voluntad de poder nos inducen a querer la vida vivida por todos.
Esa respuesta fue la última que siguió cierta coherencia a lo largo del esquizofrénico diálogo que mantuvimos.
- Chau Ramiro. Hasta el eterno retorno -fue su despedida.
Me dejó pensando en que al contrario del sentido común, las puertas son muchas… e incluso más de las que podemos conocer. Todavía mirándolo marcharse, me compadecí de él. Nunca lo comprendieron, nunca encontró un lugar en donde poder desarrollar su propia verdad; o quién sabe… quizás su propia ficción.
Distraído, pegué media vuelta para seguir mi camino hacia la parada del colectivo. Mi torpeza al hacerlo me hizo tropezar, y como sucede en los sueños, antes de golpear mi cabeza contra el piso desperté.
Sólo cuando sueño con vampiros, y especialmente cuando los amigos del conde convierten a mi familia en sus aliados, recuerdo tan nítidamente los sueños. Esta fue una excepción. El final de la materia que me toca rendir hoy, ya no me deja ni dormir tranquilo.
Bajé del colectivo solo en la parada que durante mi paseo inconciente nunca había encontrado y empecé a caminar por la calle que hacía unas pocas horas se llamaba Avenida Historia. Eso me recordó el sueño y fue una buena forma de repasar los temas principales del examen. Llegué al bar donde me encontraba con unos compañeros para repasar. Miré para el lado del sector no fumadores. No había nadie. Fui al sector fumadores, y sería gastar palabras explicar el temblor en las piernas y el mar ardiente que atravesó mi estómago, al ver sentados no a mis amigos, sino a Marx, Freud y Nietzsche charlando a los gritos.
- Ramiro -me dijo Nietzsche-. El superhombre -y por fin conocí la sonrisa del filósofo.
Freud me miraba tranquilo y Marx, quizás ofendido por mi irrupción en sus teorías, se dirigió a Nietzsche gritando:
- ¡Él no es ningún superhombre! Sí lo es aquel capaz de realizar una profunda crítica a los valores de occidente, cuidándose de no quedar atrapado en las fuerzas reactivas. ¿Qué estuvimos hablando hasta recién? Este joven no será capaz de una crítica que le permita saltar a otros valores, crear otros nuevos, sabiendo que no son ni verdaderos ni universales. El superhombre será aquel que en definitiva, supere la Modernidad.
Ésas fueron sus palabras. Yo sólo miraba. Freud me sonreía, inmutable en su asiento, Nietzsche ya había comenzado con sus frases indescifrables. Yo seguía mirando con las piernas inmovilizadas. La tensión se menguó en el momento en el que el psicoanalista me invitó a acercarme.
- Todavía estás soñando. Pero recordá que eso no significa que no sea real. Ya hablamos de nuestros descubrimientos…
Comencé a caminar para atrás; calmándome gradualmente. Y a medida que me alejaba, una voz distante llamándome a mis espaldas, que cada vez era más cercana…
- Ramiro, las cosas existen porque son efectos de las fuerzas que las atraviesan.
- ¿Qué fuerzas? -pregunté sin saber por qué.
- Las fuerzas activas y reactivas. La vida es estas fuerzas activas y siempre están en tensión con las fuerzas reactivas que llevan a la muerte, entendida como parálisis, inacción, captura inactiva. La idea de que todas las cosas están atravesadas por múltiples fuerzas implica la idea de multiplicidad, o sea, la imposibilidad de reducción a la unidad. Dotadas de voluntad de poder nos inducen a querer la vida vivida por todos.
Esa respuesta fue la última que siguió cierta coherencia a lo largo del esquizofrénico diálogo que mantuvimos.
- Chau Ramiro. Hasta el eterno retorno -fue su despedida.
Me dejó pensando en que al contrario del sentido común, las puertas son muchas… e incluso más de las que podemos conocer. Todavía mirándolo marcharse, me compadecí de él. Nunca lo comprendieron, nunca encontró un lugar en donde poder desarrollar su propia verdad; o quién sabe… quizás su propia ficción.
Distraído, pegué media vuelta para seguir mi camino hacia la parada del colectivo. Mi torpeza al hacerlo me hizo tropezar, y como sucede en los sueños, antes de golpear mi cabeza contra el piso desperté.
Sólo cuando sueño con vampiros, y especialmente cuando los amigos del conde convierten a mi familia en sus aliados, recuerdo tan nítidamente los sueños. Esta fue una excepción. El final de la materia que me toca rendir hoy, ya no me deja ni dormir tranquilo.
Bajé del colectivo solo en la parada que durante mi paseo inconciente nunca había encontrado y empecé a caminar por la calle que hacía unas pocas horas se llamaba Avenida Historia. Eso me recordó el sueño y fue una buena forma de repasar los temas principales del examen. Llegué al bar donde me encontraba con unos compañeros para repasar. Miré para el lado del sector no fumadores. No había nadie. Fui al sector fumadores, y sería gastar palabras explicar el temblor en las piernas y el mar ardiente que atravesó mi estómago, al ver sentados no a mis amigos, sino a Marx, Freud y Nietzsche charlando a los gritos.
- Ramiro -me dijo Nietzsche-. El superhombre -y por fin conocí la sonrisa del filósofo.
Freud me miraba tranquilo y Marx, quizás ofendido por mi irrupción en sus teorías, se dirigió a Nietzsche gritando:
- ¡Él no es ningún superhombre! Sí lo es aquel capaz de realizar una profunda crítica a los valores de occidente, cuidándose de no quedar atrapado en las fuerzas reactivas. ¿Qué estuvimos hablando hasta recién? Este joven no será capaz de una crítica que le permita saltar a otros valores, crear otros nuevos, sabiendo que no son ni verdaderos ni universales. El superhombre será aquel que en definitiva, supere la Modernidad.
Ésas fueron sus palabras. Yo sólo miraba. Freud me sonreía, inmutable en su asiento, Nietzsche ya había comenzado con sus frases indescifrables. Yo seguía mirando con las piernas inmovilizadas. La tensión se menguó en el momento en el que el psicoanalista me invitó a acercarme.
- Todavía estás soñando. Pero recordá que eso no significa que no sea real. Ya hablamos de nuestros descubrimientos…
Comencé a caminar para atrás; calmándome gradualmente. Y a medida que me alejaba, una voz distante llamándome a mis espaldas, que cada vez era más cercana…
Los sueños tienen status ontológico, ya lo dijo -con otras palabras- el Ángel Gris.
ResponderEliminarIncluso tienen más coherencia de lo que pensamos.
y Zarathustra descendió de la montaña... Muy bueno Licenciado R como siempre. Besitos a su amiga Luciana. Hasta el eterno retorno.
ResponderEliminarRamiro: Me gustó tu "Noche sospechosa". Debo confesar que literariamente no es lo mejor de tu cosecha, pero la idea es buenisima. Sobretodo las intervenciones de Freud y la idea del "metanalisis" de tu sueño. El sueño es por un lado muy licenciadista...el deseo ambicioso de sentarse a la mesa de estos hombres...pero el relato lo hace más "real". Vulnerable. En vigilia. Lo cual me parece saludable. Me intriga un sueño encuentro con...Arendt, por ejemplo. Sigamos sospechando de los sueños, todavía son gratis. Ir al bochologo no.
ResponderEliminarLa foto de Rago está juntando hongos...Un Gonzalo Heredia para la hinchada femenina del blog del Licenciado? (si el personaje tiene alguna otra connotación que desconozco disculpen mi desacertada moción) E.G.
ResponderEliminarSrita Luciana: Los sueños, efectivamente, son. Tienen una coherencia y una temporalidad diferente a la de la vigilia, seguro. Gracias por su comentario.
ResponderEliminarPianista del Averno: Saratoga (o ése que ud. menciona, no estamos muy seguros aún) descendió al bello son de sus teclas. ¿Cómo es eso de que el próximo sábado 3 de octubre se presenta con su banda en "Morrison Bar"? A ver, cuéntenos un poquito más...
Por otro lado, si ud. no se nos pone celosito y la Srita. Luciana nos lo permite, podríamos darle esos besitos (¡Atrevido!).
Prof. Guida: ¿Quién es Ramiro? ¿Así se llamaba -o se llama- el Lic.-? No sabíamos que el Magnánimo intimaba con el sexo femenino. Si tiene más datos agradeceríamos nos los remita "en privado". Agradecemos la crítica constructiva, sinceramente.
Por otro lado, este blog se jacta de no haber expuesto nunca jamás un pecho o un gluteo o una mujer posando como objeto, entonces, ¿por qué habríamos de exponer a un ignoto fisicudo (si es que lo es -disculpe nuestra ignorancia, pero no sabemos quién es Gonzalo Heredia, ni vamos a investigarlo) que no sabemos qué puede tener de gracioso. Gracias a su moción, le sugerimos a las hinchadas masculinas y femeninas deseosas de gente esbelta que lean la revista Paparazzi que, además de tener menos texto y más fotos, es mucho más interesante que este espacio.
Los Compiladores.-
El 3 de Octubre me presento en Morrison Bar a las 22:30 hs con "Legión". Y los besos generan adicción ojo con jugar con eso Licendiado.
ResponderEliminarGran sueño.
ResponderEliminarTal vez lo que mejor haya vivido el Lic.
Freud decía que todo lo reprimido vuelve con más fuerza. A lo mejor el Lic. no se animaba a sentarse con esta gente en verdad, no se lo permitía y tuvo esa noche sospechosa.
Hermoso sueño de un siglo XX que los tuvo como protagonistas (a ellos y a sus interpretaciones).
Faltó Heidegger en ese sueño... pero seguro que no se hubiese sentado con judíos en una mesa y, de hacerlo, los hubiese cagado a balazos.
Abrazos Lic.
Don Rodrigo
(muy pronto, mi noche sospechosa, con Jacobo, Guido y el marido de Adriana Aguirre).
Gracias Licenciado por poner su blog en "concesión" para el "pianista del averno" y su publicidad respectiva. Nos vemos en Morrison. Abrazo.
ResponderEliminarRecuerdo haber tenido la exclusividad de este relato, cuando me fue revelado por uno de los compiladores.
ResponderEliminarExcelsa mesa de café y agradezco que el Licenciado haya sido el representante de sus seguidores. No creo que ninguno de nosotros mortales pueda conversar tan magistralmente con tipos de la talla de los citados en el texto.
Me pregunto si habrá sido realmente un sueño...