Ecos Eternos de una Imposible Resignación



Continuando con la prosa literaria del Lic., esta semana les traemos un cuento breve... para todos aquellos que acusan a este espacio de "tener mucho texto". (Un consejo: si quieren menos textos, el fotolog y el facebook están recopados.)

"Ecos eternos..." trata de una historia de amor y... y lo demás esperamos Uds. lo descubran. Y si no lo descubren... ¡tochi libre para todos mis compas!


Sin más, el cuento más tenebroso y melancólico de nuestro Pastor.




Ecos
“Será breve”, pensó Martina sabiendo no concluiría hasta que se les extinguiera el tiempo.

Imposibilidad
Sin mirarlo y con una sonrisa infantil inundando sus gestos, le contestó a su conductor: “Así”. Su felicidad no la dejaba hablar. Sin embargo, nadie más podía verlo, acaso sólo entenderla.

Eterno
Santiago lloraba. Entendía pero lloraba. Sólo se lo permitía en la compañía solitaria del dolor. Reconstruía aquellos segundos, de aquella hora, del 14 de setiembre y se reprochaba las falsas responsabilidades de un falso destino inevitable. “¿Qué sería hoy si…?” Qué sería no es más que una absurda puerta cerrada en ese momento único, vuelto sobre sí una y otra vez. El terraplén del tiempo no había podido, aún, detener las cenizas de aquella brevedad -como la había pensado Martina-, madre de una llama fría y perenne. Hoy nunca es el sería… Ella lo sabía; y no pudo hacer nada para evitarlo. Nadie podía ya.

Resignación
No era un día cualquiera, pero no había motivos específicos, como ser aniversarios o cumpleaños, para que lo fuera. Todos los días, para Santiago y Martina -incluso- eran especiales, iguales y 14 de setiembre. Ella se quiso ir y a Santiago lo atormentaba el hecho de no haber formado parte de su decisión. Él, creía, lo hubiese evitado. Ella sabía que no. Es por tal razón -si podemos llamarla razón- que Martina no se despidió (¿no lo hizo?). Fue benévola a su manera. Y, por si acaso, también lo fue con ella. De eso no quedaban dudas. Ni a Santiago, que no permitía le hablaran del entendimiento (si bien entendía), porque nada de eso le era suficiente.
Tampoco le fue suficiente apoyar los claveles, golpeados por las gotas caídas de las nubes negras de sus ojos, en el mármol seco como su amor, para conseguir la resignación que le prometieron esos que no sienten el dolor ajeno. Menos aún saber que Martina sonríe. Sonríe como nunca, para siempre… hasta que, como lo supo, se les extinguiera el tiempo.

6 comentarios:

  1. Este cuento creo haberlo leído en otra versión.
    Justamente por uno de los personajes de esta historía.
    Tendría que buscar en la biblioteca de mis recuerdos a ver si recupero dicho material.
    Al licenciado como siempre le envio un gran abrazo con mucho afecto de este mi humilde lugar.

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  2. El cuento es triste; el recuerdo del cuento, nostalgioso.
    Hace tiempo que no lo encuentro al lic. en el msn, creo que realmente está desaparecido y el mito era verdad.
    Toda obra se resignifica, ahora el párrafo final me parece el más bello.
    Saludos
    Rocío

    "...absurda puerta cerrada..." siempre me pareció increíble.
    Quién tiene los derechos de la obra del Licenciado? jaja

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  3. Gracias s l@s comentadores de este breve cuento.
    Agradeceríamos también alguna referencia sobre la identidad del Srito. Anónimo...
    Saludos,
    Los compiladores.-

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  4. Se me eriza la piel con este cuento.
    Tuve la oportunidad de leerlo en otra ocasión y ahora que lo leí nuevamente me generó la misma sensación.

    La absurda puerta cerrada, lamentablemente, siempre está ahí.

    Un abrazo Lic.

    PD: Es verdad GRotesco. Somos muy fragiles. Todo es inmenso.

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