Capítulo II: "Ser bueno no es negocio"
Sabemos de sobra que las segundas partes, raras excepciones pocas (Terminator, Back to the Future y Shrek), nunca son buenas. Al respecto, dos aclaraciones: 1) esta no es ninguna segunda parte; más bien, la continuación (si se quiere llamar Capítulo II, no hay problema por mí, ni por quienes hablo: mis camaradas de género) de aquel antológico y verdadero “Descargo NECESARIO del Género Masculino”; por lo que, consecuentemente; 2) si es necesario debemos dejar de lado cualquier juicio moral o de valor que nos confronte a la dicotomía, muchas veces injusta, bueno/malo. Es NECESARIO, y punto.
Y si de “bueno” vamos a hablar, desde ya que conmigo llevan las de perder. El otro día me encontré con un flaco, vecino de una amiga. La cuestión es que ni muy apresurado, ni tan lento, el loco me largó, sin presentaciones y ante una cortina de azulados humos, la siguiente y rotunda afirmación: “Ser bueno, definitivamente, no es negocio”. El tipo, con el que seguí conversando unos minutos más, me dejó tildado. Busqué en Platón, Kant, Marx, etc., etc., etc., y nada. Cuando amagué a retrucarle con “La República” de Platón justamente, me cortó en seco y me dijo: “Loco, te estoy hablando de las minas. Ser bueno, no es negocio… no me vengas con filósofos”. Y no le pude decir nada, pero lo que se dice nada. Lo más que pude hacer con semejante declaración de sabiduría fue redoblarle la apuesta y decir que ni bueno, ni lindo, ni inteligente es negocio.
Y, ¿saben qué? El flaco tiene razón. El flaco tiene razón: con ustedes no se puede ni se debe ser bueno porque siempre salís perdiendo. Y ojo, no es despecho ni una teoría absurda de esas que suelo tener a las 4 AM después de una abrumadora rotation y decenas de cadáveres. No… es una premisa que cumple con requisitos científicos, al punto que está comprobada empíricamente.
Criaturitas bellas, sensuales, cariñosas… ¿qué les pasa? No, en serio les pregunto: ¿qué les pasa? Ustedes insisten con vivir rompiendo las reglas universales, creando mundos paralelos… ¿acaso no saben que en las películas los buenos siempre son los que ganan? Porque así, ni en un mundo de ficción se las puede clasificar. Ustedes trascienden cualquier imaginario colectivo masculino. Fuera de joda. O sea, ¿qué están haciendo? ¿Qué quieren? ¿Quieren que les prometamos infidelidad eterna, malos tratos, celos, indiferencia? Porque si eso quieren, díganoslo así lo hacemos; yo, al menos, estoy dispuesto a adoptar teorías poligámicas y ponerlas en práctica, poner cara de enojado, sospechar de sus amigas, quejarme de cuando salen con las chicas, hacerme el celoso y todo eso. Debe ser mucho más fácil ser así. Es más, sabemos que es más cómodo ser así. Sólo tienen que avisar y listo… así de una vez por todas sabemos lo que quieren. ¿No les alcanza ya con que de vez en cuando, y porque la naturaleza humana/animal de la que no podemos zafar nos obliga a alguna que otra miradita, tocadita o lo que sea? No, parece que no… que a ustedes el sentido común les entra por los ojos, la piel y no se lo pueden quitar: necesitan sufrir la traición en carne propia, ver al pibe comiéndose una mina, tenerle la cabeza al borracho de su novio para que no les vomite las botas nuevas en la cocina de sus casas, que las insulten y ni así. ¿Por qué? Porque cuando esas cosas que, nosotros los hombres no nos atrevemos a llamar hombres, les amagan con rajar, se les prenden de las patas tales garrapatas para que se queden. Y el chabón, que la tiene clarísima, se queda. ¿Qué más puede pedir? Tiene la mujer perfecta al lado: les da todos los gustos, no le protesta nada, le da de comer y todo por el precio de… hacer nada para ganarse el amor de la susodicha en cuestión. Porque convengamos que no les cuesta mucho trabajo estar con ustedes: sólo una que otra salidita, algún regalito muy esporádicamente y después “vos andá con las chicas que esta noche me junto con los muchachos a ver unas pornos” .
Y hablando de amor, en el Capítulo I, decía yo que no quedaban hombres con paciencia… bueno, parafraseándome voy a decir que lo que no quedan son mujeres; y, mucho menos, mujeres que crean fehacientemente en la existencia del amor. Y no me discutan, demuéstrenlo en los hechos… en el ring se ven los guapos; vamos a ver si se la bancan. Hay un libro muy lindo e ilustrativo: “Romeo y Julieta”, de W. Shakespeare. ¡Léanlo! ¡Por favor! O, en el último de los casos, después no se quejen… les estamos avisando. Eso es amor, Romeo muriendo por Julieta y viceversa; no que a sus novios no le importe que salgan con sus amigas. Que dicho sea (y no de paso) seguramente están con pibes que les reprochan que salen mucho con las amigas y que “esa pollerita no te pongas porque te van a tocar el culo”. Encima son machistas.
Y pensar que aquellos que las queremos como son, que las queremos mujeres, independientes, con amigas, con vidas propias tenemos que andar cuidándonos de no decir ciertas cosas para que no se asusten, tenemos que limitar nuestros cariños, no vaya a ser cosa que después terminemos siendo melosos. Nosotros tenemos que cuidarnos y pensar que las cosas esas no sólo no se cuidan, sino que se cavan sus tumbas, se entierran solitos… y sin embargo, son los que ganan. Es increíble: no existe en nuestra inteligencia manera de entenderlas.
Lo gracioso de todo esto es que estamos cansados, hartos de escucharlas quejarse de que “ya no quedan hombres”, “que los príncipes azules nunca golpean sus puertas”, etc. Bueno, si esas cosas por las que se mueren son sus príncipes azules, que las editoriales dejen de publicar cuentos infantiles o novelas de amor porque están todas mal escritas o equivocadas. Voy a ser terminante: ustedes no saben nada de amor. Es falso que las mujeres sean más románticas que los hombres, es falso que nosotros seamos las bestias brutas… los “Hombres” (con mayúsculas y entre comillas) sabemos apreciar un buen tinto; a ustedes les da lo mismo un Navarro Correa Selección Especial que un Toro Viejo en cajita. Inclusive, prefieren el Tetra. Esquizofrenia se llama, la enfermedad que te inventa universos paralelos; y se trata con psiquiatras. Capaz que con unas pastillitas verdes se les pasa.
Pero quería decirles que la venganza se aproxima, no lo duden… el problema es que ya va a ser tarde princesas, van a tener que buscarse otros perros que les ladren; cuando se quieran mudar de la Calle Melancolía (porque tarde o temprano se van a cansar) al barrio de la alegría, ya les habrá salido el tranvía… los abandonados compulsivos ya nos habremos inclinado hacia la venganza: ¡nos habremos hecho homosexuales!
Sabemos de sobra que las segundas partes, raras excepciones pocas (Terminator, Back to the Future y Shrek), nunca son buenas. Al respecto, dos aclaraciones: 1) esta no es ninguna segunda parte; más bien, la continuación (si se quiere llamar Capítulo II, no hay problema por mí, ni por quienes hablo: mis camaradas de género) de aquel antológico y verdadero “Descargo NECESARIO del Género Masculino”; por lo que, consecuentemente; 2) si es necesario debemos dejar de lado cualquier juicio moral o de valor que nos confronte a la dicotomía, muchas veces injusta, bueno/malo. Es NECESARIO, y punto.
Y si de “bueno” vamos a hablar, desde ya que conmigo llevan las de perder. El otro día me encontré con un flaco, vecino de una amiga. La cuestión es que ni muy apresurado, ni tan lento, el loco me largó, sin presentaciones y ante una cortina de azulados humos, la siguiente y rotunda afirmación: “Ser bueno, definitivamente, no es negocio”. El tipo, con el que seguí conversando unos minutos más, me dejó tildado. Busqué en Platón, Kant, Marx, etc., etc., etc., y nada. Cuando amagué a retrucarle con “La República” de Platón justamente, me cortó en seco y me dijo: “Loco, te estoy hablando de las minas. Ser bueno, no es negocio… no me vengas con filósofos”. Y no le pude decir nada, pero lo que se dice nada. Lo más que pude hacer con semejante declaración de sabiduría fue redoblarle la apuesta y decir que ni bueno, ni lindo, ni inteligente es negocio.
Y, ¿saben qué? El flaco tiene razón. El flaco tiene razón: con ustedes no se puede ni se debe ser bueno porque siempre salís perdiendo. Y ojo, no es despecho ni una teoría absurda de esas que suelo tener a las 4 AM después de una abrumadora rotation y decenas de cadáveres. No… es una premisa que cumple con requisitos científicos, al punto que está comprobada empíricamente.
Criaturitas bellas, sensuales, cariñosas… ¿qué les pasa? No, en serio les pregunto: ¿qué les pasa? Ustedes insisten con vivir rompiendo las reglas universales, creando mundos paralelos… ¿acaso no saben que en las películas los buenos siempre son los que ganan? Porque así, ni en un mundo de ficción se las puede clasificar. Ustedes trascienden cualquier imaginario colectivo masculino. Fuera de joda. O sea, ¿qué están haciendo? ¿Qué quieren? ¿Quieren que les prometamos infidelidad eterna, malos tratos, celos, indiferencia? Porque si eso quieren, díganoslo así lo hacemos; yo, al menos, estoy dispuesto a adoptar teorías poligámicas y ponerlas en práctica, poner cara de enojado, sospechar de sus amigas, quejarme de cuando salen con las chicas, hacerme el celoso y todo eso. Debe ser mucho más fácil ser así. Es más, sabemos que es más cómodo ser así. Sólo tienen que avisar y listo… así de una vez por todas sabemos lo que quieren. ¿No les alcanza ya con que de vez en cuando, y porque la naturaleza humana/animal de la que no podemos zafar nos obliga a alguna que otra miradita, tocadita o lo que sea? No, parece que no… que a ustedes el sentido común les entra por los ojos, la piel y no se lo pueden quitar: necesitan sufrir la traición en carne propia, ver al pibe comiéndose una mina, tenerle la cabeza al borracho de su novio para que no les vomite las botas nuevas en la cocina de sus casas, que las insulten y ni así. ¿Por qué? Porque cuando esas cosas que, nosotros los hombres no nos atrevemos a llamar hombres, les amagan con rajar, se les prenden de las patas tales garrapatas para que se queden. Y el chabón, que la tiene clarísima, se queda. ¿Qué más puede pedir? Tiene la mujer perfecta al lado: les da todos los gustos, no le protesta nada, le da de comer y todo por el precio de… hacer nada para ganarse el amor de la susodicha en cuestión. Porque convengamos que no les cuesta mucho trabajo estar con ustedes: sólo una que otra salidita, algún regalito muy esporádicamente y después “vos andá con las chicas que esta noche me junto con los muchachos a ver unas pornos” .
Y hablando de amor, en el Capítulo I, decía yo que no quedaban hombres con paciencia… bueno, parafraseándome voy a decir que lo que no quedan son mujeres; y, mucho menos, mujeres que crean fehacientemente en la existencia del amor. Y no me discutan, demuéstrenlo en los hechos… en el ring se ven los guapos; vamos a ver si se la bancan. Hay un libro muy lindo e ilustrativo: “Romeo y Julieta”, de W. Shakespeare. ¡Léanlo! ¡Por favor! O, en el último de los casos, después no se quejen… les estamos avisando. Eso es amor, Romeo muriendo por Julieta y viceversa; no que a sus novios no le importe que salgan con sus amigas. Que dicho sea (y no de paso) seguramente están con pibes que les reprochan que salen mucho con las amigas y que “esa pollerita no te pongas porque te van a tocar el culo”. Encima son machistas.
Y pensar que aquellos que las queremos como son, que las queremos mujeres, independientes, con amigas, con vidas propias tenemos que andar cuidándonos de no decir ciertas cosas para que no se asusten, tenemos que limitar nuestros cariños, no vaya a ser cosa que después terminemos siendo melosos. Nosotros tenemos que cuidarnos y pensar que las cosas esas no sólo no se cuidan, sino que se cavan sus tumbas, se entierran solitos… y sin embargo, son los que ganan. Es increíble: no existe en nuestra inteligencia manera de entenderlas.
Lo gracioso de todo esto es que estamos cansados, hartos de escucharlas quejarse de que “ya no quedan hombres”, “que los príncipes azules nunca golpean sus puertas”, etc. Bueno, si esas cosas por las que se mueren son sus príncipes azules, que las editoriales dejen de publicar cuentos infantiles o novelas de amor porque están todas mal escritas o equivocadas. Voy a ser terminante: ustedes no saben nada de amor. Es falso que las mujeres sean más románticas que los hombres, es falso que nosotros seamos las bestias brutas… los “Hombres” (con mayúsculas y entre comillas) sabemos apreciar un buen tinto; a ustedes les da lo mismo un Navarro Correa Selección Especial que un Toro Viejo en cajita. Inclusive, prefieren el Tetra. Esquizofrenia se llama, la enfermedad que te inventa universos paralelos; y se trata con psiquiatras. Capaz que con unas pastillitas verdes se les pasa.
Pero quería decirles que la venganza se aproxima, no lo duden… el problema es que ya va a ser tarde princesas, van a tener que buscarse otros perros que les ladren; cuando se quieran mudar de la Calle Melancolía (porque tarde o temprano se van a cansar) al barrio de la alegría, ya les habrá salido el tranvía… los abandonados compulsivos ya nos habremos inclinado hacia la venganza: ¡nos habremos hecho homosexuales!
Bisa... queda claro. La relación de pareja, es una batalla.
ResponderEliminarEsto es un chiste o en verdad pretende ser una muestra autobiográfica??? Porque es para la carcajada te digo...
ResponderEliminarSrito. Lini:
ResponderEliminarClaro que es una batalla... y los buenos no saben luchar a las trompadas. Ergo, ya conocemos el desenlace.
Srito. TPS (los compiladores decidimos no develar su identidad si Ud. no lo hace):
Es autobiográfico, sí... Si revisa el primer posteo de este blog en donde presentamos brevemente a nuestro Sócrates lagunero, Ud. verá cómo se define a sí mismo como un soltero compulsivo. Por otro lado, ¿quién dijo que la biografía no deba ser un chiste que nos provoque carcajadas? Ya lo dijo el mismísimo Lic.: "Es preferible reirse de uno mismo a que la vida se le cague de risa a uno en la cara."
Agradecemos su comentario.
Los compiladores.-
Para mí, esta frase fue esclarecedora.
ResponderEliminarEs sin duda la confirmación de algo que sentimos todos. Aquellos que estuvimos del lado del mostrador de los desdichados, sabemos que es cierto.
Voy a citar una frase de este segundo descargo que es fundamental para comprender la dinámica de todo esto:
"Criaturitas bellas, sensuales, cariñosas… ¿qué les pasa? No, en serio les pregunto: ¿qué les pasa? Ustedes insisten con vivir rompiendo las reglas universales, creando mundos paralelos… ¿acaso no saben que en las películas los buenos siempre son los que ganan? Porque así, ni en un mundo de ficción se las puede clasificar."Sera por eso que nos gustan tanto las películas. Nos dan aquellos que no podemos encontrar: Esa sensación de justicia.
Levantemos la bandera de la bondad. Todos los imperios se han caído. Y los oprimidos fueron luego los opresores.
Ya llegará el día en que la taba se de vuelta. Ya llegará el momento en que tendremos el poder. Pero saben qué, amigos compiladores: no tomaremos ese bastión. No podremos oprimir a nuestros antiguos opresores. Simplemente, por que somos buenos. ¿Está bien? No. Y nosotros seremos los perjudicados. Y el tren se nos irá. Y en el balance de sumas y saldos, las miraremos con una sonrisa y las perdonaremos. No, no somos buenos negociantes.
Un abrazo amigos compiladores.
PD: El comentario me llevó más de tres minutos. Pero extrañaba darme el tiempo para escribirlo.
Estimado Lic... no me había percatado de su respuesta a mi comentario. Creo que a esta altura ya sabrá quién soy, y pido disculpas por la falta de presentación anterior.(Ocurre que la máquina tiene registrada ese nombre como dirección de nuestro blog, así que es inmodificable -si me permite el término-)
ResponderEliminarCon respecto a lo demás, le digo que tiene razón... no solo porque la tenga, sino porque no me conviene contradecirlo en estas instancias muy próximas a los exámenes.
Saludos compiladores, de un alumno del Lic. R.